domingo, 15 de septiembre de 2019

512. Prohibido prohibir



El chaval, más bien raquítico, esperaba su turno en la ferretería para comprar una alcayata. Desde el suelo no divisaba bien el cartel plastificado y doblado por una esquina. 
¿Prohibido tomar, amar, llamar...? Esto último le pareció una burla.

El dependiente, que asustaba por su mirar desconfiado con la cabeza gacha y los ojos hacia arriba, tuvo que ir a buscar algo en el almacén para un cliente. Curioso y aventurero, el chaval, como si de una montaña de puertas se tratara y sin escuchar las advertencias de la gente que había, escaló sus aldabas para descifrar lo que ponía. 

Al llegar arriba el cigarrillo encendido que llevaba en la boca se le cayó sobre la camisa y ésta comenzó a arder. Se soltó asustado, pero le dio tiempo leer lo que ponía: “Prohibido fumar”.

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