Entramos, desde la puerta principal del
museo iba echando pestes de mí, “que si no había hecho nada por
conservar mi puesto en el trabajo, que si no la quería, que si la
agobiaba todo el tiempo”. Cuando me dejó hablar me defendí, le
dije que yo siempre había sido así, y que yo la
seguía queri...
No sé si me escuchó, iba lígera
hacia la exposición que quería ver, y yo la seguí sin tenerlas
todas conmigo.
En aquella sala todo era negro excepto
el haz de luz azul que partía de una pared. Ella dijo “voy a ver
qué hay detrás”, cortó el azul con su cuerpo y desapareció tras
él. Pasó un rato, y, cansado de esperar, palpé todas las paredes a
tientas buscándola, no sin antes advertirle al vigilante entrado en
años que me avisara si salía.
Nada, se había disuelto en lo oscuro,
como oscuro era ese interior suyo impenetrable y difícil de
contentar.
Cuando decidí irme de allí, la
claridad oscura de mi propia realidad me deslumbró. ¿Qué iba a ser de mí
sin su determinación?
Hace 555 días, 13 horas, 11 minutos,
55 segundos y sigo sin saber nada de ella.
Foto de una visita a la
exposición en el CAAC de Sevilla "Abstracción y movimiento".
http://www.caac.es/programa/absymov12/frame.htm
Y se fue....
ResponderEliminarcuanta tristeza en el relato
Besos Isabel
En algún lado se encuentra la luz nueva.
ResponderEliminarInquietante y certero.
Besos besos
¡Que triste! Aprovechó el haz de luz agobiada y voló como un pájaro para
ResponderEliminardescubrir su mundo, pero volverá
y te contará experiencias vividas
que te encantará conocer....
Un gran abrazo Isabel.
Esto es todo lo contrario al big bang, estalló y "la materia" desapareció. O quizá, encontró ese "agujero negro", una forma muy sútil de desaparecer sin dejar rastro. Creo que ha pasado mucho tiempo y debe asumir esa pérdida, sino le va a pasar como dice la canción de Sabina... Y 500 noches.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo. Ave Peregrina.
Mejor empezar a re-descubrir la propia determinación y valía que seguir esperando a quien se disolvió en el azul de un rayo...
ResponderEliminarMe gustó tu relato, Isabel.
Besos
He sentido mucha empatía con este micro tuyo.
ResponderEliminarAsí mismo decidí un buen día salir de la vida de alquien, dejándolo plantado en una exposición pero de pintura Impresionista...
Está genial!!!
Besos, Isabel.
Me parece muy triste... Quizá sea porque hay algo en el relato que se me hace conocido...
ResponderEliminarNo sé.
En todo caso escribes muy bien.
Un beso
Buscando adentro nuestro, vuelve...
ResponderEliminarQué intriga, y resulta algo inquietante, es como si algún yo interior desapareciera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Casi mejor que no vuelva, ¿no? :-)
ResponderEliminarBesos
Esa cuenta llevada al dedillo arroja el balance de añoranza que acumula quien nos narra.
ResponderEliminarBonito y nostálgico, Isabel.
Un beso.
Pues yo creo que el personaje salió ganando... parecía un poco pesada, jeje.
ResponderEliminarMe gusta ir a los museos de arte contemporáneo, me lo paso pipa :)
Un abrazo
Debido a la altura, con su correspondiente falta de oxígeno, en la que vivo, prefiero pensar en que fue sola, o solo, a ese museo. Lo digo por experiencia: ¡Cuántas veces ese que va conmigo y en nada se parece a mí, me ha dejado tirado en cualquier esquina! ¡Cuántas no se habrá esfumado, en mitad de la noche, dejándome huérfano de coraje y determinación! Para ser justos, tengo que decir que siempre regresa cabizbajo y con esa encantadora sonrisa que tienen los imprevisibles.
ResponderEliminarMe ha encantado tu escrito.
Un beso de altura.
FASCINANTE tu manera de escribir
ResponderEliminarun abrazo
No sabéis lo que agradezco vuestros puntos de vista. Reconozco que es triste, pero la idea surgió de la realidad que también lo es, últimanente demasiado.
ResponderEliminarAbrazos y gracias por pasar.
Y dice el tío que "qué va a ser de mí sin su autodeterminación..." Pues...¡¡brillar tú, hijo mío, con tu luz propia¡¡ Oich, qué vaina. ¿a que sí? UVA.
ResponderEliminarIsa, cuanto mayor te haces, más solera tiene tu lápiz. Un arte lo tuyo. Palabrita.