viernes, 10 de agosto de 2012

262. Lentitud

Su andar es igual que una mecida, primero hacia un lado y acto seguido hacia el otro. De aspecto cansino camina despacio por la acera de la izquierda mirando al suelo, ahora girará, también hacia la izquierda, como cada día. Saca un pañuelo del bolsillo y se limpia los ojos.
La mujer de rostro serio lo observa desde la ventana: a-le-ján-do-se. Parece un cómico que ensaya el alejamiento, pero no lo es. Ni tan siquiera huye de esa discusión diaria.
Ya lo ha perdido de vista a pesar de su andar lento. Cae la persiana y ella se adentra en las sombras. Sigue sin entender que lo que este hombre no soporta es el peso de “la calo”,  pero siempre elige el sol.

23 comentarios:

  1. Es una manera de saber que está vivo...

    Un abrazote

    ResponderEliminar
  2. Quizá sea más por costumbre que por otra cosa... o quizá se paseé a la luz porque sabe que al otro lado de esa ventana está una mujer que siempre le observa.

    Un besito

    ResponderEliminar
  3. Pues que bien, porque yo Isabel, no puedo estar al sol en este calor..... no me despego de los aires acondicionados.

    Besos

    ResponderEliminar
  4. PD: ya sabes también que me refrigerio en el verde de mis viernes de Agosto.

    ResponderEliminar
  5. ¿Será que su camino es el andar?

    Y un beso hacia un aire refrescante

    ResponderEliminar
  6. Hacía tiempo que no reparaba en esa lentitud del verano, en ese discurrir denso, alejado, de los pasos. Estaba viviendo un verano frenético y, ahora, al leerte, he vuelto a caminar despacio, a medio camino entre la luz y la sombra.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Quizás aguanta "la caló" para
    seguir su rutina, por que se sabe observado desde la sombra, por no variar ni ápice su trayecto, o
    por no dar oportunidad a la
    imaginación de su observadora
    que especule sobre el cambio.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Como se nota la lentitud, el peso del calor, el ambiente de las calles con paredes blancas . Aqui tambien hace calor y como Myriam no me despego del aire acondicionado ! como haciamos antes sin ellos ! besos refrescantes para ti Maribel.

    ResponderEliminar
  9. Es que nos gustan las dificultades.
    Besitos calurosos.

    ResponderEliminar
  10. Jó, hermosura con distinción final de infarto.

    ResponderEliminar
  11. ¡Qué bien hilvanas tus letras, costurera!
    El camino que seguimos sólo lo entendemos los protagonistas... Los demás sólo pueden observarnos y por más que opinen, el pasito a paso es personal.
    Un abrazo veraniego.

    ResponderEliminar
  12. No se quien afirma, tal vez miente, que las última palabras de Goethe pronunciadas en su lecho de muerte fueron: "luz, más luz".
    Razón llevaba el hombre, ya que para sombras nos sobrará tiempo.

    Un abrazo luminoso.

    ResponderEliminar
  13. La foto me recuerda a Cádiz o algún lugar de Cádiz...
    La verdad es que el calor aplatana mucho, dan ganas de aprovechar y morirse.

    Un beso Isabel.

    ResponderEliminar
  14. Ay, yo que soy del norte no puedo soportar mucho calor, jajaja. Recuerdo un julio en Sevilla, 43 grados, creía que era el infierno...jajaja.

    Ando desconectada del mundo virtual últimamente...pero espero que estés teniendo un buen verano.

    Besos

    ResponderEliminar
  15. Odio tanto el calor...será eso? Muy bien escrito. Saludos desde puertoarial(.)com

    ResponderEliminar
  16. Hacer compatible el tremendo calor (el calor, la calor, los calores, las calores, tú deber de saber distinguir unos de otros) con pensar, con escribir algo coherente, me parece admirable, como sucede en tu caso, Isabel.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  17. Me gusta, por lo cotidiano, porque va a su ritmo, porque prefiere el sol ( la luz), porque se sabe =vigilado=, porque muestra dos libertades: 1) asegurarse que él se ha ido a su paso, 2) mientras le veo alejarse, me aseguro de que me quedo sola. Besos

    ResponderEliminar
  18. Hay gente que no sabe salirse de su rutina por más que se achicharre.

    Aunque aquella que lo observa en las sombras, también peque de lo mismo...

    Besos, Isabel.

    ResponderEliminar
  19. Gracias por comprender esta lentitud para escribir.

    Gracias a quien pasáis por primera vez, Ricardo, anónimo, sé quién eres y están muy bien esas libertades.

    Gracias porque con estas calores, o como queráis llamarla, me desbebo frente al ordenador y si no fuera por vuestros comentarios tardaría más en publicar. Me gustaría contestaros por separado, pero algo ha explotado en la cocina.

    Nada, sólo ha sido una berenjena de la escalibada protestando porque no le echaba cuenta.

    Os dejo, muchos besos, pero del norte que son más fresquitos, aunque yo siga en el sur.

    ResponderEliminar
  20. Se me pasó decir que la foto es de Sevilla, al fondo si pincháis en la imagen podéis ver algo de la Catedral y la Giralda. Y a la derecha las ventanas de las Atarazanas.

    ResponderEliminar
  21. Creo que me ha gustado mucho esta manera tan simple de describir pequeñeces cotidianas, todo atravesado, como habla otro post, de una "calma chicha" que te permite sentir los pies sobre la tierra y recuperar la sensibilidad de la palma. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  22. Yo, la Uva, lo que tengo que decir es que encuentro el relatito poético, bello en su sencillez. Tú sabes, es justo el retrato de algo cotidiano, simple, pero "me haces ver" el cansancio de un hombre...cargaíto de cosas el pobre. Un beso.

    ResponderEliminar