sábado, 9 de diciembre de 2017

458. Sorpresa



Lo encontré en un stand de la feria del libro de Sevilla hace años en una primera edición. Yo estaba en esos días leyendo lo que decía John Berger sobre la ausencia y, al leer el título, no dudé en comprarlo. En “La huella de las ausencias”, Miriam Palma, nos habla de Walada, una princesa omeya, única hija de Muhammad III al-Mustafki, pero también de su entorno que coincide con el esplendor y la decadencia de la época en que vivió.

Y, como sucede con algunos libros, tuve al leerlo, ¡esa sensación de que algo te traspasa! Esa extrañeza de cómo, en tan poco espacio es capaz la autora de hacerme sentir a través de un tiempo tan lejano, al abarcar otras vidas y sentimientos.
¿Cómo hablar de un libro que es la tercera vez que leo? ¿Qué es verdad en un libro?  La verdad se descubre cuando leemos, cuando el objeto libro deja de serlo, cuando en esas palabras te reconoces como mujer
Entonces las preguntas no importan demasiado en este caso, porque detrás de las palabras escritas hay una persona que siente, piensa y analiza de forma diferente a todas las demás. No sé si eso es lo que llamamos estilo, pero el de Miriam, poeta como Walada, sabe plasmar su vida y cautivar a quien se acerca a esta historia. Aquí no hay mitos, ni clichés, ni siquiera leyendas. Hay una vida de mujer que busca, que quiere ser dueña de sus palabras, encontrar su sitio, aprender de otras, enseñar a otras. Su casa se convirtió en una escuela para mujeres, salón literario que vibraba por las noches con refinados ritmos, con las más osadas hipérboles, con la versificación más virtuosa.

He visitado Córdoba varias veces y en la última visité la Casa de Sefarad-Casa de la memoria, en la que bajo el epígrafe: Mujeres de Al-Andalus, pude contemplar un retrato de Walada. Y me acerqué a Medina Azahara, porque los buenos libros te impulsan a la búsqueda. Allí vi esta arqueta dedicada a Walada entre los restos recuperados de ese esplendor que debió ser esta ciudad cuando las europeas andaban a ciegas. 


En la arqueta de su madre, igual o parecida a la de la foto, guardaba sus palabras, sus lamentos, sus poemas. Esos que Miriam ha sabido descifrar para enhebrar una vida de mujer única, con una prosa poética y delicada. Y en todo ese camino, a veces, adverso que Walada recorre, lo hace mostrando a otras mujeres de su entorno y se pregunta: ¿cómo escribirlas? ¿Qué metáforas usar para cincelar sus cuerpos en poemas? ¿Qué ritmos, qué rimas, qué metros escoger para dar cauces a los torrentes de sus voces? Y sucede, también, en los sabores, olores, en los baños, un mundo el del hamman donde se limpiaban hasta las almas

A Walada se la conoce por su relación con el poeta Ibn Zaydún y el libro nos muestra su relación. A diferencia de otros libros, a quien de verdad conocemos aquí es a la mujer, pero también, a los hombres de su entorno en una época convulsa.

Conocer a Miriam Palma y a su poesía fue otra búsqueda mía, y ha sido una sorpresa y un verdadero placer encontrarla en la editorial, Maclein y Parker, que, con el esmero y cuidado que les caracteriza, ha publicado una nueva edición de “La huella de las ausencias” corregida y revisada.

Podéis, si os apetece, leer más en el completo prólogo que hace sobre el libro Adelaida Porras. 

4 comentarios:

Teresa dijo...

Se ve que tiene que ser lindo, me apetece leerlo. Un beso.

Maite dijo...

Con todo lo que has escrito sobre este libro, ya tengo la curiosidad de leerlo.
Gracias, Isabel

Isabel dijo...

Sí qu elo es, Teresa, ahora que al calor de la lumbre se lee tan a gusto...
Besos.

Isabel dijo...

Maite, cuando hablo de un libro aquí es porque me ha gustado, de lo contrario, ni siquiera lo comento o digo lo que no me agrada.
Si pinchas en la etiqueta poemas, verás que hay también dos libros de esta autora, por tu blog sé que te gusta la poesía. Que la disfrutes.
Abrazos.